Los dos pinos

La historia comienza con la elección de los pinos como emblema. Estos majestuosos árboles, conocidos por su longevidad y resistencia, fueron vistos como el reflejo perfecto de los principios fundamentales del cooperativismo. Así como los pinos crecen firmes y altos, las cooperativas crecen fortaleciendo a sus miembros y comunidades, proporcionando un soporte constante.

En la década de 1840, durante el surgimiento del cooperativismo en Europa, se adoptó oficialmente el símbolo del pino en la creación de la Rochdale Society of Equitable Pioneers, considerada la primera cooperativa moderna. Este grupo de trabajadores tejedores, conscientes de las dificultades enfrentadas por los miembros de su comunidad, buscó unir fuerzas para superar adversidades económicas y sociales.

Los pinos se convirtieron en la representación visual de la fortaleza comunitaria y la idea de que, al igual que los árboles, las cooperativas debían permanecer arraigadas en principios sólidos y crecer hacia el cielo del progreso colectivo.

Con el tiempo, el símbolo se extendió por todo el mundo, siendo adoptado por diversas cooperativas en diferentes sectores. La imagen de los pinos en el horizonte se asoció con la resistencia, la colaboración y la perpetuidad de las cooperativas.

Significado de cada una de las partes

El árbol del pino se consideraba en la antigüedad como símbolo de inmortalidad y de fecundidad, era respetado por su capacidad de supervivencia en las tierras menos fecundas y la sorprendente capacidad de multiplicación.

• El círculo: Representa la vida eterna, porque un horizonte final, además representa la idea del mundo, reflejando así la idea de universalidad.
• El color verde: El color verde oscuro se asemeja al color de la clorofila, donde nace el principio vital de la naturaleza.
• El color amarillo: El amarillo-oro representa el sol, fuente permanente de energía, calor y vida.
• El emblema: Un círculo que abraza dos árboles de pino, indica la unión del movimiento, la inmortalidad de sus principios, es la fecundidad de sus seguidores. Todo esto marcó en la trayectoria ascendente de los árboles del pino para los que se proyectan en lo alto, intentando crecer cada vez más en la unión que existe estable entre los seres vivos. 

Hoy, cada rama de un pino es un recordatorio de la interconexión entre los miembros de una cooperativa, mientras que las raíces profundas simbolizan la estabilidad y la base sólida sobre la cual se construyen estas organizaciones. Este símbolo perdura como un testimonio de la duradera promesa del cooperativismo de enraizar la equidad, el bienestar y el crecimiento colectivo.

Así, los pinos, con su serena majestuosidad, continúan siendo el emblema imperecedero del cooperativismo, recordándonos que juntos, como un bosque de solidaridad, podemos resistir y florecer incluso en los terrenos más desafiantes.